Se cree que nuestras emociones nos sirven de guías confiables sobre nuestro camino, sobre las personas y sobre el mundo.

Escuchar nuestras emociones es muy importante para entendernos y entender nuestra vida, pero muchas veces no son la guía correcta para tomar decisiones o emitir juicios.

Bajo la influencia de nuestras emociones, muchas cosas pueden no ser como parecen.

Nuestro clima emocional puede afectar como vemos el mundo y la realidad.

Las emociones son como unos lentes de color que distorsionan lo que vemos.

Por lo mismo, mucho de lo que pensamos no es una realidad objetiva,  más bien son creencias.

El miedo no trabajado por haber sido mordido por un perro, hará que se crea que los perros son peligrosos.

La lujuria hará que veamos sensibilidad, gentileza y bondad en alguien que tal vez no lo sea.

El cansancio hará que veamos todo con pesimismo y apatía.

El enojo hará que pensemos que la gente es deshonesta, egoísta y por lo mismo estemos solos.

Nuestras emociones no siempre son la mejor guía.

Hay que aprender a distinguir entre impulso emocional e intuición.

Es mejor dejar de calmar la emoción y entender de dónde viene.

No hay necesidad de apresurarse a tomar decisiones, a hablar de opiniones como si fueran realidades, a emitir juicios o a actuar si hay emociones intensas sin trabajar.

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