Vivimos en una sociedad que glorifica el éxito y todo lo que conlleva: fama, dinero y reconocimiento.

Admiramos y anhelamos las vidas de personas exitosas.

Pero en realidad deberíamos sentir pena y compasión por las personas que enfocan sus vidas en logros.

Estudié la vida de gente famosa y exitosa que dijo haber sufrido de depresión y me di cuenta de un patrón:

Avicci, Kurt Cobain, Amy Winehouse, Ernest Hemingway, Marilyn Monroe, Van Gogh, Chester Bennington, Robin Williams, Adele, Angelina Jolie, Michael Phelps, Johnny Depp, Eminem, Dwane Johnson, Selena Gomez, Matthew Perry, Beyonce, Cara Delevinge, Serena Williams, Jim Carrey, Lady Gaga, Britney Spears, Chaning Tatum, Carry Fisher, Emma Stone, Phill Collins, Bob Dylan, Kristen Bell, Joseph Gordon Levitt, Jon Hamm, Hugh Laurie, Gwynet Paltrow, Emma Thompson, Reese Witherspoon, Catherine Zeta-Jones, Trevor Noah, Anthony Hopkins, Halle Berry, Emma Stone, Tom Hardy, Salma Hayek, Kristen Stewart, Christian Bale, Marlon Brandon, Conan O'Brien, Uma Thurman, Sheryl Crow, Eric Clapton, Demi Lovato, Miley Cyrus, Zayn Malik, Olly Murs, Leona Lewis, Bruce Springsteen, Kendrick Lamar, Bon Jovi, Johnny Cash, Ray Charles, Leonard Cohen, Deadmau5, Bob Dylan, Phil Collins, Lupe Flasco, Buzz Aldrin, Mike Tyson, lan Thorpe, Terry Bradshaw, Robert Enke, Oscar de la Hoya, Pat LaFontaine

Al ver el perfil de gente enfocada en logros, te das cuenta que son así porque tienen presiones psicológicas internas muy fuertes.

Por medio de los logros tratan de impresionar a padres severos que no les mostraban amor, quieren ganarse el cariño de la gente o quieren cubrir un dolor del pasado.

A través del éxito quieren corregir un aspecto emocional no sanado. Quieren cubrir con éxito un vacío interno.

Todos hemos tenido una regla imaginaria de lo que debería de pasar para que seamos felices:

Cuando logres esto ____, seré feliz.

Cuando pase esto ____, seré feliz.

Cuando tenga esto ___, seré feliz.

La educación y cultura nos enseña a que si logramos, nos ganaremos el amor.

El problema es que las cosas externas como premios, reconocimiento, fama o éxito financiero no nos dan verdadera felicidad.

Dime, ¿una persona puede ser infeliz aún teniendo éxito?

Imagina que comes un pastel de chocolate. ¿Eres feliz luego de hacerlo? Seguramente tu respuesta sea que “si”.

Ahora, ¿Qué tal si comes una segunda rebanada? ¿Sigues feliz? Tal vez ya no sea lo mismo, pero lo sigues disfrutando.

¿Y si comes una tercera rebanada? Ya estás lleno e incluso te podría dar asco.

Si el pastel realmente te diera felicidad, el sentimiento no se iría tan fácilmente. Sería algo permanente.

En realidad, el pastel sólo te da placer. El problema es que confundimos el placer con felicidad y plenitud.

Con el éxito pasa lo mismo. Eres “feliz” cuando tienes el placer de haber logrado las cosas, pero al poco tiempo se va la emoción y entonces buscas el siguiente logro.

Por eso las personas enfocadas en logros van de un éxito a otro, tratando de ser felices.

Llega un punto en el que logran todo lo soñado y siguen sintiendo un vacío, entonces se deprimen.

Nos pasamos la vida entera deseando otra.

Necesitamos aprender a apreciar nuestra vida, a disfrutar del camino y a hacer las cosas por un propósito interno.

La plenitud llega cuando sueltas la idea de cómo debería de ser tu vida y empiezas a agradecer como es.

Si quieres crear experiencias nuevas y quieres conocerte profundamente.

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