¿Qué imaginas al pensar en un adicto?

¿Te imaginas a alguien con una botella en la mano a las 8 de la mañana? ¿En vagabundos en el parque inyectándose heroína? ¿o en alguien que en cada oportunidad agarra un cigarro?

Describir la adicción de esta forma es peligroso. ¿Por qué?

Porque pensar así, hace que la adicción parezca algo muy lejano para nosotros.

En realidad la adicción es una experiencia mucho más ordinaria para todos.

Describir la adicción en tal extremo, hace que nosotros mismos no nos demos cuenta de nuestra adicción.

La realidad es que prácticamente todos nosotros somos adictos a algo. ¡Es muy importante reconocerlo y aceptarlo!

Cualquier hábito se convierte en adicción cuando es algo que repites sin control y a la larga te afecta.

Cuando tenemos un dolor emocional, el cerebro busca placer instantáneo para estar bien. Puede ser comida, videojuegos, entretenimiento, nuestros celulares, etc…

El problema es que el cerebro no se da cuenta de los efectos negativos a futuro.

Es una adicción cuando hay un dolor detrás de la acción. Cuando dependes de ese hábito para estar bien. Cuando la acción surge para evitar enfrentar nuestro dolor.

Hay muchas emociones que queremos evitar sentir y recurrimos a hábitos que se convierten en adicciones.

El problema es que eso no hace que el dolor desaparezca, sólo se pasa a nuestro subconsciente.

Si el dolor emocional persiste, el hábito también seguirá.  

Tenemos que tener valentía para observar, sentir, entender y posteriormente soltar las emociones.


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