Solemos glorificar el éxito y todo lo que conlleva: la fama, el dinero y el reconocimiento.

Admiramos y anhelamos las vidas de personas exitosas. Pero en realidad deberíamos sentir compasión por las personas que enfocan sus vidas en logros.

Cuando estudias sobre los casos reportados de personas exitosas que sufren o sufrieron de depresión, te das cuenta que hay un patrón.

Una vez que estudias el perfil psicológico de las personas enfocadas en logros, te darás cuenta que son así porque tienen presiones psicológicas internas muy fuertes.

A través del éxito quieren corregir un aspecto emocional no sanado. Quieren cubrir con éxito un vacío interno.

Por medio de los logros tratan de impresionar a padres severos que no les mostraban amor, quieren ganarse el cariño de la gente o quieren cubrir un dolor del pasado.


Todos hemos tenido una regla imaginaria de lo que debería de pasar para que seamos felices:

Cuando logres esto ____, seré feliz.

Cuando pase esto ____, seré feliz.

Cuando tenga esto ___, seré feliz.

El problema es que las cosas externas como premios, reconocimiento, fama o éxito financiero no nos da verdadera felicidad.

Dime, ¿una persona puede ser infeliz aún cuando tienes todo lo anterior?


Imagina que comes un pastel de chocolate. ¿Eres feliz luego de hacerlo? Seguramente tu respuesta sea que “si”.

Ahora, ¿Qué tal si comes una segunda rebanada? ¿Sigues feliz? Tal vez ya no sea lo mismo, pero lo sigues disfrutando.

¿Y si comes una tercera rebanada? Ya estás lleno e incluso te podría dar asco.

Si el pastel realmente te diera felicidad, el sentimiento no se iría tan fácilmente. Sería algo permanente.

El pastel sólo te da placer. El problema es que confundimos el placer con felicidad.

Con el éxito pasa lo mismo. Eres “feliz” cuando tienes el placer de haber logrado las cosas, pero luego se va y buscas el siguiente logro.

Por eso las personas enfocadas en logros van de un éxito a otro, tratando de ser feliz.

Nos pasamos la vida entera deseando otra.

Necesitamos aprender a apreciar nuestra vida, a disfrutar del camino y a hacer las cosas por un propósito interno.

La plenitud llega cuando sueltas la idea de cómo debería de ser tu vida y empiezas a agradecerla como es.


Si quieres incrementar tu inteligencia emocional y al mismo tiempo conectar con otras personas.

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